El episodio de esta semana de Communio Sanctorum se titula “Cónsul de Dios.”
Una de las contribuciones más importantes para el Imperio del Emperador Romano Diocleciano fue dividir el liderazgo del primer nivel para que pudiera gobernar de manera más eficiente. El Imperio había crecido demasiado para ser gobernado por un solo Emperador, por lo que seleccionó un co-Augustus y dividió sus regiones de supervisión entre el territorio Occidental y Oriental. Dado que el tema de la sucesión también había sido motivo de disturbios en generaciones anteriores, Diocleciano también trato de resolver este problema asignando a Césares secundarios tanto para él como para su co-Augusto. Cuando dejaban su puesto, había alguien esperando en las alas, pre-designado para tomar el control. La idea era que entonces cuando sus sucesores entraran en el papel de ser co-Augustus designarían nuevos Césares secundarios para seguirlos. Era un plan sólido y funciono bien mientras que Diocleciano era el Augusto mayor. Cuando se retiró para llevar una vida de reposo como agricultor retirado, los otros gobernantes decidieron que les gustaba el poder y no querían renunciar a él.
A lo largo de los años siguientes, el gobierno del Imperio alternó entre tener un solo Emperador y la idea de gobierno compartido de Diocleciano. El rumbo general que tomaron con el gobierno compartido fue con el Augusto mayor haciendo su capital en el Este en Constantinopla. Esto dejó al gobernante más débil y subordinado en el Oeste con cada vez menos poder, al mismo tiempo que las tribus Germánicas lo presionaban desde el Norte.
Lo que finalmente llevo a la perdición al Imperio Occidental fue que Roma había forjado tratados con algunas de esas tribus Germánicas; convirtiéndolos en mercenarios que estaban armados y entrenados en el estilo Romano de la guerra. Cuando Roma dejó de pagarles para que lucharan por Roma contra sus hermanos Germánicos y los Godos, era inevitable que se unieran a ellos para luchar en contra de un Imperio en decadencia que ya no podía enviar ejércitos contra ellos y ofrecía tesoros lisos para saquear.
Hemos visto anteriormente, mientras los bárbaros presionaban en el Imperio Occidental desde el Norte y el Este, las autoridades civiles tenían una capacidad cada vez menor para hacer algo al respecto. La gente comenzó a buscar a la Iglesia para poner orden. Debido a que la Iglesia estaba dotada de algunos líderes notables que realmente se preocupaban por el bienestar del pueblo, lograron mantener unido al Imperio en decadencia por un tiempo. El Papa Leo incluso logró reunirse con el líder Huno Atila mientras que se preparaba para marchar sobre Roma. Leo persuadió a los Hunos para que se dieran la vuelta, dejando la ciudad intacta. Pero Leo no tuvo tanta suerte con los Vándalos que llegaron unos años más tarde. Logró persuadirlos de que limitaran su saqueo a solo llevarse el botín y saquear. La población se salvó de la muerte y la violación. Después de un festín de botín de 2 semanas, los Vándalos abordaron sus barcos y zarparon, dejando la ciudad sin mas molestia y destruccion.
Los historiadores marcan el año 476 como la fecha en que cayó el Imperio Occidental. Fue cuando el líder Godo Odoacer depuso al último Emperador Occidental, Rómulo Augustulus. Odoacer es llamado bárbaro, pero en realidad era un líder militar en el ejército Romano; un mercenario que lideró una revuelta en contra de la misma gente por quienes una vez había luchado. Mientras que los historiadores marcan el año 476 como el año de la caída de Roma, las personas que vivían en ese momento no hubieran visto mucha diferencia entre el reinado de Augustulus y Odoacer. Las cosas continuaron tanto como lo habían hecho en las décadas anteriores. Es decir, ¡fueron un desastre!
Con la Caída de Roma, el Imperio Occidental se trasladó a lo que conocemos como la Edad Media. Esta fue una época en la que la Iglesia desempeñó un rol cada vez mayor en la sociedad. La forma que la influencia tomó variaba a lo largo de los siglos; a veces siendo de una naturaleza más religiosa y espiritual, pero en otras ocasiones siendo predominantemente político. Pero no se puede negar que, en Europa durante la Edad Media, la Iglesia desempeñó un papel muy importante.
Durante el 5º siglo y a principios del 6º siglo, cuando la sociedad civil se desintegró, la gente buscó alternativas. Algunos encontraron una respuesta en comunidades monásticas. Ya habían comunidades de cristianos desde el 3º siglo, pero el número de monasterios comenzó a crecer durante el 5º siglo. Algunos estaban muy estructurados, mientras que otros estaban organizados más libremente.
El movimiento monástico despegó debido al liderazgo de Benedicto de Nursia del que ya hemos hablado. Los primeros intentos de Benedicto de ser el líder o abad de un monasterio no le salio tan bien; los monjes trataron de envenenarlo. Pero a medida que maduraba, Benedicto aplicó las lecciones aprendidas de sus errores anteriores y fundó un monasterio en Monte Casino en Italia que se convirtió en el prototipo para monasterios durante años.
Benedicto era un genio para la administración y organización. Formuló un plan simple para la vida monástica que fue fácilmente transferido a otras comunas. Conocida como la Regla de San Benito, se convirtió en el principio de organización y gobierno de la vida monástica y bajo ella se iniciaron cientos de monasterios más. La Regla los llevaba a una rutina diaria de lectura bíblica, oración y trabajo. La hermana de Benedicto, Scholastica, adoptó una fórmula similar para los conventos.
Los monasterios se convirtieron en repositorios y tesorerías del aprendizaje y la enseñanza de la antigua Grecia y Roma. A medida que el resto de Europa se sumergió en lo que algunos denominan La Edad Oscura, muchos monasterios seguían siendo lugares de enseñanza. Los monjes leían, estudiaban y pasaban mucho tiempo copiando textos antiguos tanto de las Escrituras como de la Antigüedad clásica. El Renacimiento eventualmente sería alimentado por el trabajo de esos monjes y sus cientos de años de trabajo.
Lo que sabemos de Benedicto proviene de su biógrafo, Gregorio, conocido como el Papa Gregorio I, o Gregorio Magno, un título que le confiere la Iglesia poco después de su muerte.
Gregory nació en una rica y antigua familia senatorial Romana alrededor del año 540. Siguiendo la tradición familiar, fue entrenado para el servicio civil. Pero el panorama político era incierto. Durante su infancia, el gobierno de Roma pasó por varios regímenes diferentes. Mientras que, en su adolescencia, el control del sur de Italia fue arrebatado de los Visigodos por la reconquista del Emperador Oriental Justiniano. Pero sólo pasaron unos pocos años hasta que los Lombardos comenzaron su campaña de terror. Quemaron iglesias, asesinaron obispos, saquearon monasterios y convirtieron los verdes campos de Italia en un desierto plagado.
Cuando tenía 33 años, Justiniano nombró a Gregorio como prefecto de Roma, la posición política más alta del territorio. Gregorio era responsable de la economía, las provisiones alimentarias, el bienestar de los pobres, la reconstrucción de la infraestructura que ahora era antigua y estaba gravemente deteriorada; cosas como baños, alcantarillas y calles. Su nombramiento se produjo en el mismo año en que murieron tanto el Papa como el gobernador Imperial de Italia.
Unos años más tarde Gregorio renunció a su cargo. Es raro cuando alguien que ejerce tan gran poder se aleje de él, pero eso es lo que Gregorio hizo. La muerte de su padre parece ser el momento decisivo. Uno se pregunta si no fueron los sueños de su padre para su hijo los que habían movido a Gregorio a una carrera política para empezar su vida. Una vez que el padre se había ido, no había nada que lo aferrara a su posición y Gregorio siguió su corazón, que lo llevo a convertirse en monje. Con su considerable fortuna, fundó siete monasterios y dio lo que le quedaba a los pobres. Luego convirtió la casa de su familia en un monasterio. Como dice Bruce Shelly, “Cambió la toga púrpura por la túnica gruesa de un monje“. Abrazó la vida austera de un monje con plena devoción a la Regla de San Benito.
Por mucho que Gregorio deseaba perderse en el anonimato y vivir una vida de humilde devoción a Dios, sus dones sobresalientes como administrador le habían fijado una reputación que no podía esquivar. En el año 579, el Papa Pelágico II lo convirtió en uno de los siete diáconos de la iglesia de Roma. Luego fue enviado como embajador del Papa a la corte Imperial en Constantinopla. Regresó a Roma en el año 585 y fue nombrado abad del convento que había sido una vez su casa.
Gregorio estaba muy contento de ser un abad, y no aspiraba a ningún cargo superior, contento de terminar su tiempo en la tierra justo allí. Pero la peste arrasó a Roma, matando a miles, incluyendo al Papa. A diferencia de la mayoría de los monjes que se escondían detrás de los muros de su comuna, Gregorio fue a la ciudad para ayudar a los enfermos. Esto le ganó una gran admiración. Después de la muerte del Papa Pelágico, le tomo a los líderes de la iglesia seis meses en ponerse de acuerdo que Gregorio debía reemplazarlo. No quiso que le dieran ese honor y huyó de Roma para esconderse en el campo. Cuando finalmente fue localizado, lo persuadieron para que regresara y tomara su lugar como el Obispo de Roma.
Gregorio parecía no apto para la tarea. Tenía 50 años y era frágil. 50 años sería joven para un Papa hoy en día, pero cuando la vida promedio de ese tiempo era de apenas 40 años, 50 ya era una edad avanzada. La condición física de Gregorio se había agravado por su austeridad extrema como monje. El ayuno drástico lo había envejecido y contribuyo al debilitamiento de su corazón. Pero lo que algunos podrían asumir fue la razón principal de ser descalificado fue la falta de ambición de Gregorio para tener el poder. Simplemente no quería ser Papa. Llego a la creencia de que esta era la voluntad de Dios y que él tenia que asumir la tarea, y no le tomó mucho tiempo en aprender a ejercer la influencia de su oficio. Comenzó su mandato pidiendo manifestaciones públicas de humildad a lo que quedaba de la población diezmada por la peste de Roma. Su esperanza era evitar más desastres. Y de hecho, después de un tiempo la plaga disminuyó.
Gregorio no había sido Papa mucho tiempo cuando los Lombardos asediaron a Roma. Fue una época de caos en toda Europa Occidental. Muchas pensaban que era el fin de los tiempos; Gregorio era uno de ellos. En un sermón dijo,
En todas partes vemos tribulación, en todas partes escuchamos lamentaciones. Las ciudades son destruidas, los castillos derribados, los campos asolados, la tierra desolada. Las aldeas están vacías, pocos habitantes permanecen en las ciudades, e incluso estos pobres restos de humanidad son cortados diariamente. El castigo de la justicia celestial no cesa, porque ningún arrepentimiento tiene lugar bajo el castigo. Vemos cómo algunos son llevados al cautiverio, otros mutilados, otros muertos. ¿Qué es, hermanos, lo que puede hacernos contentos con esta vida? Si amamos un mundo así, no amamos nuestro gozo, sino nuestras heridas.
Parecía que todos los aspectos de la civilización estaban siendo sacudidas hasta la ruina. La iglesia de Roma fue una de las pocas que sobrevivieron las pruebas que se produjeron como golpes de martillo. Aunque Gregorio vio su ascenso al papado como castigo, se entregó de todo corazón a la tarea de mantener las cosas juntas mientras que todo lo demás se desmoronaba.
El Papa Gregorio I era un líder incansable. Cumplió el trabajo de diez personas. Su volumen de trabajo es aún más notable porque a menudo fue confinado a la cama debido a enfermedad provocada por su fragilidad y exceso de trabajo. Al verse a sí mismo como genuinamente el primero entre iguales a los otros obispos, mantuvo una vasta correspondencia, asegurándose de que las líneas de comunicación entre las iglesias mantuvieran a todos al tanto de los asuntos de la Iglesia. Solo esto hubiera sido un trabajo de tiempo completo. Pero Gregory hizo más.
El sabía tanto por su tiempo como monje y igualmente al observar a sus hermanos en el monasterio, que la calidad de la propia obra PARA Dios era directamente proporcional a la devoción del corazón HACIA El. Así que, en su libro Pastoral, Gregorio recordó a los líderes espirituales que no estuvieran tan preocupados por el trabajo que olvidaran su propia alma. Pero había un contrapunto muy necesario a esto; tampoco deberían estar tan centrados internamente que descuidaran el trabajo práctico. Este fue un punto de equilibrio rara vez vislumbrado en el Cristianismo de esa época.
Gregorio también estaba preocupado por la calidad del culto en la iglesia y alentó el uso de la música. Aunque no inventó lo que se llama Canto Llano, y impulso su uso en gran medida. En honor a su patrocinio de esta forma de culto es conocido como Canto Gregoriano. Canto Llano es una sola línea melódica sin acompañamiento instrumental. Mientras que un solo cantante puede cantar, por lo general era cantado por un coro de voces al unísono.
Gregorio tomó en serio su llamado de ser el abanderado de la Fe. Su contribución a la teología fue notable. Escribió más sobre teología que cualquier papa anterior y la mayoría de los papas posteriores. Sus principales influencias fueron Agustín, Ambrosio y Jerónimo. Se apoyó mucho en el trabajo de Agustín, incluso a veces inspirándose en comentarios casuales que había hecho.
Recuerdan que varios episodios atrás cuando notamos cómo la iglesia creía que el bautismo lavaba todos los pecados, hasta ese momento. Bueno, ¿qué pasó con esos pecados cometidos después del bautismo que no fueron confesados antes de la muerte y no habían sido expiados por penitencia? Agustín reflexionó sobre cómo Dios podría, tal vez, posiblemente – eliminar estos pecados después de que los creyentes murieran. Fue a partir de esta reflexión especulativa que Gregorio desarrolló la idea de que Dios los purgaba en un “purga-torio;” por lo que la doctrina del purgatorio se añadió a la doctrina de la iglesia.
La teología de Gregorio encapsulaba no sólo los credos de los consejos y enseñanzas de los Padres de la Iglesia, sino que también incluía algunas de las supersticiones añadidas por un paganismo Cristianizado.
Entiendo que algunos Católicos Romanos se suscriben a este podcast. Ha sido muy alentador escuchar sus amables comentarios, y las sugerencias ocasionales que han hecho. Incluso en los puntos de desacuerdo, la mayoría ha sido cortés y han utilizado una fuerte dosis de tacto al hacer un diálogo. Digo esto porque en lo que sigue, sospecho que algunos pensarán que estoy ajustando innecesariamente las sensibilidades de nuestra familia Católica Romana. Espero que no, pero estoy presentando una visión precisa de la historia en este momento.
Para ilustrar eso, permítanme plantear esta pregunta: ¿Cómo empezamos con la imagen de la Comunidad Cristiana y el tipo de servicio eclesiástico que encontramos en el NT y las primeras descripciones de ellos, y terminamos con los servicios elaborados, formales, altamente estructurados y estilizados de la Iglesia Medieval y posterior? Hay una discontinuidad obvia entre la dos. ¿Cuándo empezaron los pastores a usar túnicas elaboradas, coronas para la cabeza y empezaron a llevar un báculo de pastor dorado y lleno de joyas? Para decirlo sin rodeos, ¿de dónde vino todo este ritual complejo? No creo que nadie se imagina a Jesús llevando a cabo tal servicio, o incluso a Pedro. Así que es una pregunta legítima que debemos hacer, cuando estas cosas fueron adoptadas y como se convirtieron en una parte de la liturgia de la iglesia. La respuesta es que, a medida que el Imperio Romano Occidental se retiró y los líderes de las iglesias se volvieron cada vez más buscados, para proporcionar gobierno, también comenzaron a afectar algunas de las vestimentas de los cargos políticos. A medida que el cristianismo se convirtió en el favorito, y luego aprobada como la religión del Imperio, un sincretismo demasiado común comenzó a mezclar prácticas paganas y cristianas. Todo lo que hizo Gregorio fue estandarizar esta mezcla sincretista y llevarla a la Iglesia de la Edad Media.
Gregorio respaldó una práctica anterior de pedir ayuda a los mártires y santos del pasado para obtener la ayuda de Dios. La idea era que un pecador penitente nunca podía saber si había hecho suficiente penitencia para expiar el pecado. Al apelar a aquellos creyentes que habían muerto y ido al cielo en busca de ayuda, podrían ser capaces, a través de su posición especial con Dios, de encontrar ayuda para que su pecado fuera dado de baja, como abogados espirituales que negociaban un mejor trato para los que vivían en la Tierra.
Gregorio alentó la colección y la veneración de las reliquias; pedazos de pelo, uñas, huesos de los dedos de los pies, o piezas de ropa de santos y mártires pasados; así como la parafernalia supuestamente conectada a la Biblia; pedazos de la cruz, la lanza que perforó el lado de Jesús, una toalla utilizada para limpiar la frente de Cristo. Se suponía que estas reliquias poseían un poder especial para sanar y dar a los ejércitos que los veneraban favor en la batalla.
Gregorio enseñó que el cuerpo y la sangre de Cristo estaban realmente presentes en los elementos de la Comunión, el pan y el vino. Afirmó que participar de ellos nutria y fortalecía el espíritu, así como el pan literal y el vino nutria el cuerpo físico. Pero Gregory lo llevó aun más lejos. El poder verdadero de los elementos de la Comunión, la Eucaristía, estaba en su renovación del sacrificio de la muerte de Cristo. La Eucaristía no sólo nos recordaba la expiación sustitutiva de Jesús, sino que era Cristo muriendo por nosotros otra vez. Durante la Comunión, en la Misa, ofrecida por un sacerdote, pecados eran perdonados. Lo que la muerte de Jesús en la cruz hizo potencialmente para todas las personas, la Misa lo aplicaba a personas específicas que participaron de ella. Así que celebrar la Misa reemplazó la necesidad de algunas formas de penitencia. Ciertos pecados requerían tanto asistir a la Misa como la penitencia. Pero para los pecados común y corrientes de todos los días, La misa reemplazó la penitencia. Entonces la gente razonó, si los santos muertos podían ayudarlos por intercesión con Dios, ¿por qué los creyentes vivos no podían asistir a misas adicionales para que el tiempo en purgatorio de sus seres queridos difuntos disminuyera? Enciende una vela, reza, asiste a una misa extra y podrías acortar la sentencia del tío Giacomo por una semana. Esta base teológica confeccionada por Gregorio se utilizaría cientos de años más tarde para vender indulgencias, y la cancioncita de recaudación de fondos de Tetzel – “Cuando en la caja de ofrendas suena la moneda, sale otra alma de los manantiales del purgatorio.”
El poder de supervisión de Gregorio no se limitó a los asuntos espirituales de la Iglesia. Durante su mandato, la Iglesia poseía enormes extensiones de tierra en el sur de Italia y Sicilia; unos 4,700 kilómetros cuadrados en total. Cuando los Lombardos invadieron, barriendo con los últimos vestigios de la autoridad civil, fueron los líderes de la iglesia y sus representantes quienes tuvieron que intervenir para proporcionar gobernabilidad. Se hicieron cargo de la infraestructura de suministro de alimentos y la recaudación necesaria de impuestos para mantener cierta apariencia de los asuntos civiles. Más tarde, los historiadores sentados a gusto en sus casas lamentan el desenfoque de la línea entre la iglesia y el estado. Pero no se dan cuenta, si no hubiera sido por los funcionarios de la iglesia que tuvieron que ayudar después de las incursiones Lombardas, decenas de miles hubieran perecido. Gregorio fue quien creó y supervisó este nuevo sistema de impuestos y asistencia pública. A medida que los Lombardos se acercaban a Roma, Gregorio se hizo cargo de la defensa del centro de Italia. Nombró al gobernador militar y organizó una paz con los líderes enemigos.
Piensen en esto ahora à Gregorio fue entrenado desde la juventud para cargos políticos y había servido bien en esa capacidad hasta la muerte de su padre, cuando renunció para buscar la vida tranquila de un monje. Cuando la Peste arrazo tanto la iglesia como la esfera civil de líderes capaces, Gregorio fue reclutado para tomar las riendas de la Iglesia. Los Lombardos martillaron los últimos clavos en el ataúd del gobierno civil Romano, requiriendo por el bien del bien público, que Gregorio movilizara a los líderes de la iglesia para dar un paso adelante y seguir su liderazgo de asumir la tarea de la autoridad civil. Aunque Gregorio amplió en gran medida la influencia papal para que, a partir de su día, el Papa fuera una figura central en la política europea, su motivo para todo lo que hizo se ve en su simple preocupación por el bienestar de los necesitados, como lo demuestra que se nego a permanecer a salvo detrás de los muros de su monasterio cuando la plaga asoló Roma.
La tensión entre la iglesia Oriental y Occidental que había comenzado más de cien años antes, mientras que Roma y Constantinopla luchaban por la supremacía, creció durante el mandato de Gregorio, pero no debido a la ambición personal de Gregorio para el poder. Sus críticas hacia el Patriarca Oriental se debieron a su creencia en la Primacía de Roma y su resistencia al tipo de orgullo que se exhibía plenamente en el Oriente. El Patriarca Oriental Juan IV había tomado el título de “Obispo Universal“, un honorífico concedido al Patriarca por Emperadores como Leo y Justiniano. El título fue confirmado en un sínodo Oriental en el año 588. Pero Gregorio consideraba el título una usurpación de la primacía de Roma y una arrogancia flagrante que Dios no permitiría. Hizo todo lo que pudo para que revocara el título y clamo poderosas anatemas en su contra. Amenazó con romper toda conexión con el Patriarca y exigió al Emperador rescindir el título. ¡Cuando alguien le aplicó el mismo título, la reacción de Gregorio fue inmediata y vehemente – nadie debería ser llamado un “Papa Universal”! Dijo: “He dicho que ni a mí ni a nadie más deberías escribir nada de eso. ¡Aléjate de las palabras que inflan el orgullo y dan heridas a la caridad!” Prefirió ser conocido simplemente como – “el siervo de los siervos de Dios.”
Lo que parece una contradicción con los historiadores es que mientras Gregorio evitaba títulos pretenciosos, él reclamó y ejerció autoridad sobre toda la Iglesia. Mientras que, en su caso, ese cuidado se debía a su escrupuloso sentido del deber de servir a Dios sirviendo a su pueblo, los papas posteriores aceptarían los grandes títulos y usarían el poder del papado para fines menos altruistas.
Gregorio es un nombre importante en la lista de Papas porque fue bajo su mandato que comenzó una gran ola de alcance misionero. León el Grande había tratado de expandir el poder y la influencia del oficio del Papa, y ahora Gregorio Magno expandió la influencia del Evangelio a nuevas tierras más allá de las fronteras del Imperio. Siendo el primer monje en convertirse en Papa, Gregorio se dio cuenta que los monasterios eran como cuarteles espirituales por los cuales se podían enviar un ejército de evangelistas. Si Roma no podía atacar a los bárbaros, ¿por qué no enviar legiones de misioneros para convertir a esos bárbaros y luego apelar a su fe para prevenir el ataque? Convertir a los bárbaros bélicos en audaces misioneros amantes de la paz y luego a los misioneros se extiendan esa misma paz, que en lugar de invadir Europa, llevarían la cruz al Norte y al Este.
Fue un buen plan. Y Gregorio lo implementó bien.
Cuando Gregory era joven, observaba cómo los barcos de esclavos eran descargados en los muelles. Los esclavos eran Anglos, de la Tierra de los Anglo, que más tarde se convertiría en Inglaterra. El nombre Anglo le sonaba como ‘Ángel’ al joven Gregorio y puso dentro de él la idea de que de dónde venían estos bárbaros se necesitaba el Evangelio.
Además de su interés en las misiones a Gran Bretaña, Gregorio también promovió la actividad misionera entre las tribus Germánicas. Pero no fue hasta unos cien años más tarde que la obra misional entre las tribus Germánicas realmente despegaría. Cubriremos eso en un futuro episodio.
Si has estado siguiendo junto con el podcast, puede haber surgido una pregunta a la que nos dirigimos ahora. ¿Cuándo se convirtió la iglesia occidental en Roma bajo el liderazgo general del obispo Romano que llegaría a ser conocido como el Papa, realmente en lo que hoy conocemos como Catolicismo Romano?
No hay un fecha especifica en que la Iglesia pasara de ser la iglesia apostólica a la Iglesia Católica Romana. Fue un cambio lento y constante de acontecimientos que vieron al obispo Romano cambiar a ser visto como el líder mayoritariamente indiscutible de la iglesia Occidental. Digo “en su mayoría indiscutible” porque mientras que la iglesia Oriental se centraba en Constantinopla, Antioquía y Alejandría honraba al obispo de Roma como el primero entre iguales, y siempre había un puñado de obispos Occidentales que estimaban al pastor principal en Roma de la misma manera. Pero no veían su rol como obispos de sus ciudades como de ninguna manera bajo la autoridad de un Papa Romano.
Y no olvides que el término católico; que técnicamente solamente significa “universal” llevaba nada de la carga confesional que trae hoy en día. La palabra simplemente significaba la Fe que seguía a los credos establecidos por los consejos ecuménicos – esas reuniones a las que asistieron una amplia sección de los líderes de la iglesia para que pudieran definir una posición bíblicamente fiel sobre las doctrinas que están siendo arruinadas por maestros y grupos aberrantes.
Una definición ultra sencilla entonces del Catolicismo Romano es esa rama de la fe Cristiana que encarna los primeros credos de la iglesia, tal como se fusionó en Europa, dirigida por la iglesia de y Obispo de Roma. A medida que pasaban las generaciones, el Catolicismo Romano asumiría mucha doctrina adicional a la encarnada en los primeros credos. Esa doctrina fue decidida con mayor frecuencia por el Obispo Romano, cuyo poder y autoridad crecieron para que reemplazara a los Concilios.
Así que si bien es difícil nombrar una fecha en la que el Catolicismo Romano se convirtió, ya sabes– Católico Romano, muchos historiadores de la iglesia sugieren que el nombramiento de Gregorio como obispo de Roma en el año 590 es un lugar tan bueno como cualquiera para poner esa marca en la línea de tiempo de la historia de la iglesia. Aunque Gregorio rechazó el título de “Papa”, estableció el sistema de gobierno de la iglesia que enmarcó todo el período medieval y se llama hoy el sistema papal. Gregorio estableció una liturgia uniforme para ser utilizada en las iglesias e hizo mucho para asegurar que todas las iglesias caminaran junto con Roma.
Cuando murió en el año 604, agotado después de 30 años de arduo trabajo, su epitafio lo proclamó “Cónsul de Dios“. Una descripción apropiada del hombre que pasó su vida y carrera totalmente al servicio de Dios, pero ejerciendo el poder secular y espiritual como uno de los antiguos gobernantes Romanos.